martes, 10 de enero de 2017

asesinato

subo reptando por la escalera
como un lunes en el que no ha salido el sol
solo que hoy es martes y siento que el paso de la semana mengua,
pesado,
mientras mis manos se congelan a las ocho de la mañana y mi pecho se agita sin remedio,
lejos de conseguir superar al fantasma que le abraza sin querer escaparse,
una sombra oscura y desesperada,
rota,
que mueve sus articulaciones como una marioneta.

me imagino que mis lágrimas se congelan en mi rostro
y que mi aliento queda pendiente en el aire
como la nube de humo de un cigarro
y nado en él como si de la espuma de las olas del mar se tratara.

he dejado una docena de manos por el camino
el calor de tu cuerpo en alguna carretera
y mis ganas de morir bajo aquella escalera
por la que reptaba para llegar a una duna de miedos
en los que enterrarme y conocerme por fin,
para siempre.

me siento enferma por no contemplar que alguien comprenda lo que siento
como un ciervo al que le han pegado un tiro
mientras corría contento por el monte,
sin saber que le perseguía la muerte
de la mano de un humano,
tan cobarde,
que precisa de un arma para asesinarlo,
me veo lejos del universo que contempla a los demás
y me reflejo en el río de mi propia agonía
que no es capaz de cesar después de haber sido llenado hasta la orilla
y que va a desbordarse en cualquier momento
llevándose por delante todo lo que un día trató de contener ese río.

descanso sobre las hojas caídas en medio del bosque
masturbo mi boca con intención de ahogarme
y respiro profundo hasta que siento el sabor de la sangre
y te veo,
mirándome fijamente a los ojos, antes de que los cierre para siempre
suplicándome;
-por favor, no te vayas,

y me marcho
con el ardor de tus manos aun reciente sobre mi pecho
y tu mirada clavada en mi con una tristeza profunda
que solo yo puedo haber provocado al hacerte participe de mi dolor,
tan rotos, tan únicos, tan locos;

te espero al otro lado del cielo
donde no exista nada mas que una nube donde acostarnos hasta desvanecernos,
donde solo sea un flujo sin dolor,
donde tu me sientas libre
y no existan los miedos.
donde todos los recuerdos desaparezcan y volemos cogidos de la mano hasta el más recógnito lugar del universo
donde crear un hogar desde sus cimientos
abrazando tu espalda cada frío mes de enero...
hasta que se nos haga febrero,
sintiéndonos tan vivos,
después de muertos.




lunes, 11 de julio de 2016

nada

sécame las lágrimas y abraza mi miedo,
grita mi nombre al viento, que quede volando en el silencio,
hay veces que pienso que estoy perdiendo la razón,
que quien habla no soy yo si no mi demonio interior, desgarrando los recuerdos del amor,
transformando la sonrisa en despersonalización,
destruyendo las raices, potenciando cicatrices,
quiero a los míos siendo libres,
quiero que el vello se nos erice,
sin necesidad de drogas ni deslices...

la sangre brilla en los nudillos,
de estampar contra la pared la rabia que me diste,
yo siempre estuve loca, pero nunca desquiciada,
dime que me hiciste para que no vuelvan a herirme...

por mucho que sueñe con irme,
si me tiro por la ventana no me salen alas,
y acabo estampada,
contra el suelo,
demacrada,
la niña de mis ojos encerrada en una sala,
dónde se escucha el latido de su miedo y sus lágrimas amargas.

he corrido sin sentido y me he perdido,
escapando a un rumbo que jamás he conocido,
quizás buscaba donde plantar mi bandera y abrazar por fin tranquila la botella.

no hay razon que valga, no me creo las palabras,
son las caricias las que hablan,
las que dicen: quédate - o - no vuelvas Ana.

llevo demasiado rota y sin arreglo,
no hay neurólogo en el mundo que entienda mi cerebro,
abréme en canal si es lo que quieres,
no encontrarás más que gritos y serpientes.

si al final llego a mañana,
espero despertarme y verte junto a mi en la cama,
con la brisa acariando nuestra espalda,
tus manos rozando mi cara...
destrozando mis entrañas mirando tus pupilas dilatadas,
que me gritan con la luz de la mañana: ayúdame.

pero que no pase nada,
solo quiero...
que no pase nada.


domingo, 31 de enero de 2016

la importancia de saber decir adiós.

la puerta se cierra y se escucha desde la habitación el eco sonoro de una cerradura que ya no volverá a abrirse. el sonido de un "no" que retumba entre las paredes y se convierte en la banda sonora de un día que amanecía soleado y al que de repente abrazaron las nubes.

me quedo con las cartas y las quemo por qué me quedé sin lumbre, y me refiero a ti como se refieren las flores a la primavera, como algo hermoso y al mismo tiempo corto que lo deja todo lleno de barro y lluvia, contrastando con vivos y bonitos colores.

me despierto con las uñas de color morado y no es por el pinta uñas, me las muerdo en sueños pensando que eres tu quien me muerde bajo el olivo que hay tras el puente que cruza la ciudad para separar los edificios del bosque.

me quedo con cómo arqueas la espalda cuando mis dedos aprietan tu columna vertebral y convierten tu piel en un carril del que salirse y estamparse contra el tronco de un olmo que no tiene culpa de nuestras locuras.

el sol no te ha dado este invierno y tu carne tersa y blanca parece una estación de trenes que todavía no ha sido pintada y dibujo entre tus oblicuos un mapa para escapar de ti y de mi, para que no nos encerremos nunca.

siempre digo adiós por qué no espero un hasta luego, quién sabe que encerrará la vida para nosotros, para quienes rodean mi vida llena de incongruencias, quién me esperara después de que den las doce si yo nunca quise ser cenicienta, solo una mujer con ropa barata que se tapa la cara cuando le graban las cámaras después de llevarse lo que un millonario dice que no es suyo.

¿dónde vas si no es contigo? por qué conmigo no tienes donde ir, yo no te guío. te guían tus manos que hacen crujir los huesos cuando los aprietas antes de dar un golpe firme y fuerte. y son tus dedos los que atizan realmente al golpe, que se convierte en una caricia para el viento.

si no somos tú y yo, ¿quién es uno? ¿y dónde reside la realidad de ser dos entes dirigidas por la realidad de nuestra memoria?

si te digo adiós no es por qué ya no quiera verte, es que he aprendido a despedirme, para que no duela tanto el ser dos seres ausentes, que no buscan encontrarse si no perderse en la mente del otro para encontrar en nosotros mismos lo que siempre quisimos pero nunca pudimos ser.

¿dónde se dirige la estrella que marca el camino? ¿cuántos botes hay hundidos en el mar en el que se hundió nuestra alegría?

¿por qué no hablamos del daño que hace una cicatriz cuando ya está curada? y queda la marca en tu cuerpo como recordando lo que un día tuviste y ya no tienes.

te busco entre la gente y encuentro mi reflejo tras un cristal de un local abandonado, y pinto nuestros nombres en árabe para que nadie entienda que es lo que realmente quiero decir. si somos un idioma desconocido solo unos pocos sabrán de lo que hablo y lo que intento decir.

escribe sobre mi si realmente es lo que quieres, pero no hables a nadie de lo que encontramos al mirarnos por qué no van a entenderlo, siempre me han tomado por loca cuando hablo de mi forma de querer, pues no está destinada a las mentes más corrientes.

te digo adiós porqué es importante saber decirlo,
saborearlo,
mencionar cada palabra, y disfrutar más si cabe,
cuando de nuevo abra la puerta,
y te diga bienvenido,
del aquí te quedas,
y esperar pacientemente a la siguiente despedida...
para volver a agradecerte,
que te metas en mi cuerpo y me hagas decirme adiós a mi misma,
lejos de mi mente, lejos de mis sueños,
lejos de la muerte,
lejos de la vida.

adiós, vuelvas o no vuelvas,
siempre estaré cerca,
lamiendo tus heridas...



sábado, 23 de enero de 2016

ahora que todo el mundo duerme.

ahora que todo el mundo duerme se escuchan pasos en calle y el repiqueteo de una farola en la que falla luz.
encerrada bajo mi manta de flores oscuras cierro los ojos y aprieto con fuerza para intentar dormir, de un momento a otro, y escapar así de mi cuerpo y centrarme únicamente en mi mente.
me imagino si la vida fuera así, si solo fuera un ente que camina sin miedo a mirarse en un espejo claro que refleja algo muy oscuro.
dónde y quién seré, dónde llegaré, aprieta el gatillo al reflejo, di adiós para siempre, y entonces ¡pum! solo queda mi alma, viajando por el aire, por el tiempo, por un cielo lleno de matices y soledad.
muchas veces imagino lo bello que debe sentirse ser una nube en una noche oscura, ¿qué se debe sentir ahí arriba? escuchando las ráfagas del aire, el suspiro de algún planeta, la caricia de la luna y la ansiedad del sol por qué llegue su momento de mostrarse.

ya no me imagino sola por qué sola es como me encuentro, no pienso en compañías especiales más que la del miedo, que se topa con la ilusión para mermarla y abrazarla en ocasiones, maltratando su dulzura y pasión, para que no se sobrepase.

no soy un lince, tan siquiera un gato, soy un animal sin nombre, que se esconde en los más fríos montes para escapar así de la sombra de algún edificio que quiere taparle el camino sin piedad.

he olvidado tantas cosas, cómo se siente una caricia en la espalda antes de dormir, como huele el pelo cuando te despiertas y tienes la cara clavada en la nuca de un ajeno, como saben las uñas cuando las muerdes esperando en un andén, como sabe un beso después de un trago de algún refresco que se define a si mismo como tropical, lo he olvidado todo, y si intento recordarlo, se abre dentro de mi, como a desgarros, una espiral de dolor que me deja sin respiración y con unas intensas ganas de vomitar.

¿y si el vómito se me atragantara? ¿y si nunca más pudiera volver a respirar?

a veces cuando salgo de mi puedo notar la tierra mojada bajo mis pies, como cuanto mas corro más lejos está mi destino, un destino que ni siquiera sé cual es.

me imagino en tres mil lugares al mismo tiempo por qué no sabría decir ni uno solo en el que quisiera quedarme para siempre. no sea que las raíces me atrapen y crezca un árbol en mi interior que nunca pueda volver a podar y al final solo quede un tronco con hojas marchitas que gritan clemencia con desesperación.

soy un foco de traumas que la gente derrama sobre mi sin miedo a contagiarmelos, piensan que jamás me afectaran, y de repente, meses después de separarme del individuo que portaba el trauma en sí, me siento contagiada, sin cuarentena posible, siendo obligada a superar un problema que ni siquiera era mio y de repente se ha vuelto algo íntimo para mi.

si quieres gritarme, hazlo, pero no alces la voz demasiado cerca de mi oído. si quieres que te escuche llorar deja que te acerque el pañuelo, pero no me lo devuelvas, tiralo a la papelera, haz un cisne bonito y dejalo nadar en tus adentros, pero no me conviertas a mi en él, quiero seguir siendo un patito feo del que nadie tenga miedo.

ahora que todo el mundo duerme solo tengo la sensación de que el pasado me atrapa, y ya nada ni nadie puede salvarme, y quizás mañana sea otro día, o dentro de siete será otra semana, quizás llegue tan alto como dice la gente, quizás me quede anclada en el lodo para siempre, no sé que esperan de mi por que yo de mi no espero nada.

no es un escrito triste, si no desesperado, un grito de ayuda que ni siquiera yo sé donde lo lanzo, un ábreme en canal y enseñame que no estoy muerta, que sigo sintiendo algo mas que temor a reconocerlo.

reconozco el miedo,
reconozco el asco,
reconozco el odio,
reconozco el dolor,
no reconozco el amor,
ni la calma,
pero si la cama,
y me atrapa...
corta las cuerdas que no me dejan salir de aquí.

seas quien seas,
sé quien quieras ser,
y demúestrame,
por favor,
que yo también puedo ser mia.


lunes, 28 de diciembre de 2015

a veces...

a veces sigo teniendo frío,
y me escondo entre mis sábanas a ver si el calor me arropa.

a veces, cuando nadie me mira,
estornudo sin taparme,
y sorbo los mocos sin miedo a asquear a nadie.

a veces, tengo miedo de la oscuridad,
y dejo encendida la luz de la mesita de noche como para asustar a los mosntruos que vengan a por mi.

a veces, me asusta el silencio,
y me encuentro intentando dormir con musica de fondo,
para intentar pensar que no estoy sola,
y el sonido,
me acompaña.

a veces, lloro,
sin ahogar el llanto,
pero solo cuando estoy sola,
y grito,
con desesperación,
me ahogo,
y sale de mis cuerdas vocales un sonido de  dolor tan sincero que mi gato,
maúlla,
bajito,
como para no molestarme pero uniéndose al llanto,
como si viera dentro de mi y le asustara provocar a lo que ve.

a veces,
cuando tengo mucho calor,
me desnudo y me tumbo en el suelo,
y siento como cada parte de mi cuerpo se enfría,
de repente,
y pienso como será encontrarme un día,
muerta,
con todo el cuerpo helado,
y si alguien vendrá,
a buscarme.

a veces, no sueño con viajar,
si no con escapar,
y esconderme como se esconden los animales salvajes de los humanos,
en algún lugar remoto,
hasta que me doy  cuenta de que no escapo de nadie, ni de nada,
si no de mi misma,
y allá donde vaya me encontraré conmigo,
mirándome en cada espejo,
reprochando cada defecto,
cada cosa que quise y no hice.

a veces, todavía echo de menos que alguien me abrace por las noches,
y que a mitad de madrugada se despierte,
para follarme,
y luego me susurre que me ama,
aunque sea mentira
aunque detrás de ese amor todo lo que haya sea tétrico.

a veces, cuando camino hacia un rumbo fijo,
me vienen de golpe olores que extraño,
y me pregunto si esas personas seguirán llevando el mismo perfume.

a veces, aún puedo escribir,
y me sorprendo leyendo lo que en cinco minutos sale de mi,
como si vomitara,
como si en realidad todo lo que intento esconder a los demás no sirviera de nada,
ya que yo sé lo que pasa,
lo que me preocupa,
y lo que duele,

pero a veces,
solo a veces,
necesito escribir en algún cuaderno olvidado,
para luego perderlo entre montañas de papeles,
y fingir así,
que mi dolor no existe.

y a veces,
solo a veces,
todavía puedo ser libre de mi misma...


domingo, 18 de octubre de 2015

bajo cero

Noche de diciembre . 
Cerveza fría. Pensamientos cálidos. 
10 grados por fuera, -5 por dentro. Escuchando canciones de amor que me estresan. Que se me meten dentro, pero no me regalan gemidos, si no falsas promesas.
Ducha fría. Agua caliente. Me desnudo. Con cuidado. Como nunca me han desnudado.
Con la paciencia de un sordo que desliza sus dedos con cuidado, aprovechando la vista para ver si así puede oírme suspirar. Aunque sea un instante. Aunque sea una vida.
Con la paciencia de un ciego que llora por que no puede verte, escuchando el roce de sus dedos con la ropa, escuchando como choca contra el suelo.
El suelo de la ducha está frío. Mis pies están helados. Pero mi alma está caliente. La vida está menguando, pero la luna me sonríe, llena. Como reprochándome.
Abro el agua. Y la dejo caer directamente sobre mi cabeza. Lanzo un gemido. 
Un gemido de sorpresa, de placer ante el cambio de temperatura, suelto un gemido de miedo, 
de desesperación, 
de incoherencia. 
De rabia.

Pienso en la lluvía. En lloverme. 
En como cada toque de agua se mezcla entre mis labios, cayendo muy poca de ella por mi garganta, para hacerme notar la sensación, pero luego quitármela. 
Acaricio el aire con los dedos. 
Pensando en compañía, pensando en lo que no tengo.

Elijo un gel de limón. Los limones son dulces y amargos. Yo soy dulce y amarga. 
De las que te regalan un beso para luego arañarte por la espalda. 

Me rozo, me acaricio, de nuevo pienso en el ciego, que no puede mirarme, solo imaginarme.
De repente pienso en el sordo, que puede mirarme, pero no podría escuchar el sonido de sus manos acariciándome. 

El ciego penetrándome con sus manos y el sordo con sus ojos.

Me apoyo en la pared. 
Está fría. 
Hoy es una noche de contrastes. 
Hoy es una noche de eses. 
Sudor, 
soledad,
sentimientos, 
sensaciones,
sonidos, 
sordos, 
sexo.

Hoy es una noche de amor abandonado, inquieto por que quiere dejarse adoptar.

Me siento llorar. 
Despacio, como queriendo disfrutar del momento, para que no se acabe, para que no me lo quiten. Sabor indescriptible del agua salada por mi llanto.

Noto mis lágrimas casi llegando a mis pezones, uno de los pocos lugares que esta noche no están tristes.
Salgo. 
Me seco. Noto la textura. Me encantan las texturas. La sensación de una textura agria, 
dura,
que raspa, 
rozándose por mi piel. 
Joder, me encanta sentir. 
Me encanta vivir. 
Que no se me olvide nunca, me digo. 
Toco la cama,
 ya se me ha olvidado.

Es temprano. Soy nocturna. Me llega a los ojos, como saludándome, como abrazándome. 
Por favor,
abrázame, 
esta noche lo necesito.

Siento mis ojos cerrarse, siento el pelo mojado.
 La almohada humeante. 
Siento los sueños llegando.
Por fin pequeños, no sabéis cuanto os he añorado.
Me despido del insomnio, esta noche no me vale. 

Me bajo del mundo, que hoy se me quedo pequeño, y me dejo llevar. 
Por mundos de tinieblas, 
por mundos de lujuria, 
por mundos de esperanza
y por mundos de mierda.

Desgárrame el alma. 
Pero arréglamela luego. 
Regálame madrugadas y por las noches régalame sueños. 

Me relajo por fin. 

Parece que hoy hago tarde.
Lo dicen las voces de la calle.
Autobuses que pasan para arroparme. 

Me duermo tranquila, 
como me dormía mi padre. 
Necesito un vientre,
quiero volver a mi madre.

domingo, 4 de octubre de 2015

la nada y el no

después de años de espera por fin la soledad se convierte en mi fiel compañera. me escondo entre los árboles y no espero que me busque nadie, me asomo a los ríos y mi reflejo es el único que aparece como dibujado en el agua, lo muevo con un dedo, lo deformo, le sonrío al riachuelo y salto para romper mi imagen con la fuerza de mis pies.

no me dan miedo los animales, solo las personas, que se acercan distraídas como no queriendo nada y al final lo acaban queriendo todo. y mi todo es mi nada, y si mi nada refleja mi alma al final no tengo que decir ni demostrar lo que los demás necesitan pues no hay nada que darles, solo mi cuerpo, lo demás me lo quedo para mi, para las hojas que quemaré un día si me vuelven a cortar la luz, si el frío aprieta, si le he dado las sabanas a la vecina por que unos capullos se las han robado. 

no hay nada que pueda hacerme retroceder en el tiempo y el recuerdo solo refleja la fé de el mentiroso, que se encierra entre sus propias tinieblas para rebobinar una y otra vez la cinta de una película que pasó de color a blanco y negro y no va a volver a retomar su luz. ¿de qué sirve volver a ver una y otra vez la misma escena? al final la cinta se quema, nos quemamos, ardemos, quizás por eso lo hacemos, por ser solo cenizas que acaban en algún vertedero sin que nadie quiera ir a buscarlas.

¿no viene el viento y se lleva el último papel que te queda para liar el cigarro? y llueve, se moja, irrecuperable, pero volvemos a meterlo entre nuestras manos, con la esperanza de que la huida no haya significado la perdida, el papel se seca, pero ya no prende igual, se apaga más veces, y al final acabas dejando ese cigarro de lado para encenderlo cuando se te haya acabado el resto del tabaco. 

¿si somos eternos por qué acabamos todos enterrados en la nada? no somos más que esqueletos cubiertos de una piel que no eligieron, que les otorgó la naturaleza con el fin de joderlos, algunos lo llevan mejor, otros se suicidan por ello.

mi nada y mi no forman mi nube, quizás gris, quizás lanza truenos devastadores que se llevan por delante lo que encuentran, pero es lo que soy, es lo que tengo, la nada y el no. el eterno desierto.